TORDESILLAS

PARA ABRIR BOCA

En Tordesillas se han escrito páginas decisivas de la Historia de España: aquí fue donde se firmó un tratado por el que España y Portugal se repartieron el mundo y donde Juana la Loca vivió casi cincuenta años, a la sombra de un soberbio monasterio medieval cargado de esplendor hispano-árabe.

Situada a sólo 30 km de Valladolid, esta villa ha sido asilo de reinas y princesas desventuradas, en especial,  de Juana la Loca, que pasó aquí encerrada sus últimos 47 años.

Vista desde el sur, Tordesillas presenta un frente urbano, sobre el Duero, que nunca se olvida, sin desmerecer las vistas sobre el río desde la terraza del convento de Santa Clara. El puente medieval de arcos ojivales es otro emblema de la localidad.

RECORRIDO

Empezaremos la visita en el monumento más importante, el Monasterio de Santa Clara, gestionado por Patrimonio Nacional. Fue en su origen un palacio de estilo mudéjar construido por Alfonso XI y su hijo Pedro el Cruel, en el siglo XIV. De él se conservan varias salas, cúpulas, patios y unos baños árabes. Don Pedro encargó a su hija Beatriz transformar el edificio en convento de clarisas.

En Tordesillas se repartió el mundo un 7 de junio de 1494,  cuando los Reyes Católicos acordaron con el rey de Portugal, Juan II, la división de las tierras del Nuevo Mundo. Visitaremos el museo de las Casas del Tratado, que nos  recuerdan este hito histórico.

Junto a las Casas del Tratado, vemos la iglesia de San Antolín, hoy museo de Arte Sacro. El templo posee dos torres, una de ladrillo y otra circular, con mirador y chapitel. En su interior, la capilla de los Alderete, quienes fueron corregidores de la villa, destacando en ella un magnífico retablo de Juan de Juni.

Pasamos por la Plaza Mayor soportalada, muy castellana, para llegar a la iglesia de Santa María, con su torre vigía, una única nave y cabecera gótica, parroquia que solo se usa en verano.

Sería un pecado irse de Tordesillas sin probar sus vinos y dulces, como los canelos (bizcochos borrachos con canela), los amarguillos (pastas blandas de almendra) o los polvorones.