VALLADOLID

En la capital de Castilla y León, con 300.000 habitantes, se sabe disfrutar de la vida y, al tiempo, posee un acervo histórico y patrimonial que resiste pocas comparaciones.

Ciudad de dos ríos: Pisuerga y  Esgueva, el primero avasallador, la segunda (sí, el Esgueva es el único río español que admite el femenino) humilde y soterrada en su discurrir por el centro de la ciudad.

En Valladolid es un placer caminar: no hay cuestas, mucha calles son peatonales y todo pilla a mano.
Hay que recordarlo: la ciudad fue capital de España entre 1601 y 1606 y, en la Edad Media, cuna y residencia habitual de reyes. Tiene un patrimonio monumental tan sublime que parece no importar el que no presente un centro histórico tan armonioso como otras ciudades de Castilla.

Ha sido cuna de reyes y también de grandes escritores, como Delibes y el omnipresente Zorrilla: un teatro, una plaza y la principal avenida le están dedicados. En Valladolid residía Cervantes cuando publicó la primera parte del Quijote.

Centrándonos en su patrimonio, ofrece en escultura lo mejor de la imaginería renacentista y barroca castellana. En el plano arquitectónico, numerosas joyas del último gótico y del Renacimiento.
Por la noche es obligado un paseo: la iluminación de los monumentos es excepcional.

La gastronomía tradicional es recia, esto es, típicamente castellana. Destacan el lechazo asado y vinos de Ribera, Rueda o Cigales. Por otra parte, la ciudad es un paraíso para las tapas, desde los locales tradicionales junto a la Plaza Mayor, hasta los que derrochan inventiva, que se demuestra en el Concurso Nacional del Pincho y la Tapa, cada mes de noviembre. Un último consejo para los golosos: probad los abisinios y los mantecados de Portillo.

RECORRIDO
Visita (1 hora y media) del Museo Nacional de Escultura, situado en el Colegio de San Gregorio, maravilla del arte hispano-gótico con su fachada, patio y escalera monumentales.

A continuación, paseo a pie (2 horas) por el centro histórico: iglesia de San Pablo, con su abrumadora fachada, flanqueada por el antiguo palacio real y el de Pimentel; palacios renacentistas del Licenciado Butrón, Fabio Nelli y de los Marqueses de Valverde; el descomunal monasterio de San Benito, que fue cabeza de la orden benedictina en Castilla; la Plaza Mayor, primer ejemplo de plaza renacentista castellana, regular y soportalada; el Pasaje Gutiérrez, galería comercial cubierta al gusto francés del siglo XIX; la enormidad de su incompleta Catedral prototípicamente herreriana; la belleza de la torre gótica de la Antigua, símbolo de la ciudad; la Universidad con su fachada barroca y el Colegio de Santa Cruz, primer edificio renacentista de España.